martes, 20 de enero de 2015

No puedo distinguir si esto es lluvia o son mis lágrimas. A duras penas distingo que son mis lágrimas lo que me cae por el rostro, mientras la lluvia me cala hasta el alma. Miro al suelo. No quiero que ninguna mirada se tropiece con la mía y vea que realmente estoy herida. Diviso dos caminos; Por uno de ellos, llegaré a casa. Quizás tarde más, y me toque esperar al autobús, pero actualmente es lo menos importante. El otro camino es corto, por ti me lo recorro cada Viernes y cada Sábado. Si elijo ese camino, tú podrías encontrarme. Me dispongo a coger el camino más largo, cuando de repente, me encuentras tú. Sabes que no quiero que me hables, pero necesito que me abraces, que te quedes callado a mi lado, mientras tus abrazos y tu calor secan este frío cuerpo de la lluvia y el dolor.

lunes, 19 de enero de 2015

Veo demasiadas personas. Demasiadas. Demasiadas personas pendientes de llegar a su destino, pendientes de no llegar tarde a su cita, su lugar. Demasiadas personas con inseguridades, miedos, pensamientos que posiblemente les ocupen la mayor parte de su tiempo. Personas que sonríen, que están solas, que huyen de algo/alguien. Personas que miran al móvil, por la ventana, o simplemente cierran los ojos e imaginan cualquier lugar lejos de aquí. Y entre todas esas personas estoy yo; Simple, callada, algo nerviosa pero siempre alegre, impaciente por bajarme de ese autobús. Y ahí estoy yo, entre todas las personas, caminando a paso ligero para llegar hasta el lugar donde tú estás. Donde tú me esperas. Donde tú me esperabas y donde ya no más.
A veces sí, a veces no. Todo depende de la noche, de mis memorias, de mi cabeza y su juego de proyectarme tu recuerdo justo cuando pienso que te he olvidado. Es duro el pasado. Sobre todo cuando no has sido tú quien ha decidido que estés ahí. A veces duele buscarte entre tanta gente. Mi corazón no lo consigue, y a veces, sólo a veces, creo haberte vuelto a olvidar (sin ningún resultado).